La adolescencia es una época de tránsito que puede resultar complicada para muchas personas. Los sentimientos de incomprensión, soledad, temor ante el futuro o, simplemente, de estar perdido son habituales para los jóvenes entre los 13 y los 18 años.
¿Sabías que vivir un intercambio puede suponer una experiencia decisiva? Los adolescentes tienen la oportunidad de sentirse útiles por sí mismos y de ganar herramientas que les acompañarán siempre. ¿Quieres saber qué impacto tienen los intercambios en los adolescentes? ¡Te lo contamos en este post!
Beneficios de vivir un intercambio en la adolescencia
Vivir un intercambio en la adolescencia es una experiencia ideal para salir al mundo: obliga a la persona a poner los pies en el suelo, ser práctica y lanzarse a vivir por sí misma. De esta manera, se toma una nueva perspectiva y se comprende que los problemas del día a día no son tan graves, que todos tendemos a magnificarlos.
¿Por qué ocurre esto? El principal motivo es que, por lo general, se trata de la primera vez que los adolescentes se separan de su familia. Esto provoca la necesidad de tomar la iniciativa como nunca hasta ese momento, pero también de encargarse de tareas que hasta entonces se daban por supuestas.
La persona que realiza un intercambio a esta edad aprende a valorar la seguridad de su familia y hogar, reevaluando lo que tienen habitualmente. Pero, por el mismo motivo, muchos adolescentes descubren lo apasionante que es la vida y el futuro que tienen por delante.
A un nivel más amplio, el intercambio sirve para abrazar otras realidades culturales. Esto va mucho más allá de aprender el idioma del destino en donde se realiza, si es que es distinto: significa comprender que el mundo es mucho más amplio de lo que tendemos a pensar y aprender a respetar a quien es diferente.
Un estudiante adolescente obtiene una perspectiva nueva del mundo que le ayuda a verlo de una forma más abierta. Como resultado, además, desarrolla distintas maneras de aprender, amplía sus conocimientos y obtiene, por lo general, interés por los asuntos internacionales.
Otro impacto que suele darse en los intercambios, aunque no sean de una disciplina concreta, es que los adolescentes comienzan a perfilar los estudios y carrera profesional que quieren desarrollar. Esto se debe, entre otras causas, a que se obtiene un planteamiento más analítico de la realidad, así como una actitud activa en resolución de problemas.
Una vez que se produce el regreso a casa, aunque pueda vivirse un shock cultural inverso, las personas han ganado en confianza y autoestima. El adolescente vuelve más maduro, tras superar un reto importante, y mucho más responsable ante sus propias tareas: tanto en el hogar como en el campo de los estudios.
Por si fuera poco, a nivel personal los adolescentes han hecho amistades que durarán siempre, amigos con los que han vivido una experiencia transformadora. Además, a nivel profesional, las personas que han realizado intercambios en el extranjero están muy bien valoradas por las empresas, especialmente en una época en que los ambientes laborales son eminentemente multiculturales.
Como has podido comprobar, vivir un intercambio en la adolescencia supone una gran experiencia: puede suponer un paso decisivo hacia la madurez y una manera de encontrarse a uno mismo. Además, los adolescentes canalizan una energía y unas ganas de comerse el mundo que en ocasiones parecen atadas al entorno habitual.
¿Qué opinas? ¿Realizaste un intercambio cuando eras adolescente? Si puedes ofrecer una experiencia como esta y hacer que otras personas puedan disfrutarla, regístrate y sube tu propuesta de intercambio cultural.